COP21: mucho ruido, pocas nueces

No podemos seguir esperando a que organismos internacionales determinen el futuro del planeta, porque lamentablemente no tienen la jurisdicción necesaria para limitar las emisiones de CO2 que cada país emite. Solo de nosotros depende disminuir los efectos del cambio climático. Es ahora o nunca.   

Por Francisca Mayorga

Hace un mes se desarrolló en París la XXI Conferencia Internacional sobre el Cambio Climático, más conocida como COP21. En ella, 195 países lograron un acuerdo: limitar a 2°C el aumento de la temperatura del planeta (en comparación a cómo era antes de la revolución industrial y el comienzo de la explotación de combustibles fósiles).

Sin embargo, el acuerdo difícilmente cumpla su objetivo. En primer lugar, los países establecen voluntariamente cuánto reducirán sus emisiones de gases de efecto invernadero, pero no cuánto deberían considerando cuánto contaminan actualmente.

En segundo lugar, si bien se determinó que los países que ratifiquen el acuerdo deben informar cada cinco años cómo van con sus metas nacionales, de no cumplirlas no existe ningún tipo de sanción más que la vergüenza internacional de no estar contribuyendo con el futuro de la Tierra.

En tercer lugar, a pesar de que se crea un Fondo Verde de 100 mil millones de dólares anuales para los países más afectados por el cambio climático, como Filipinas o los estados de África subsahariana, no se toma en cuenta que, como vamos con el aumento de la temperatura, este dinero no servirá de mucho si algunos países van a desaparecer bajo el agua porque el 90% de los glaciares podría desaparecer de aquí al 2100.

El Tifón Haiyan devastó el Sudeste Asiático el 2013, principalmente a Filipinas, matando cerca de a 6.300 personas.
El Tifón Haiyan devastó el Sudeste Asiático el 2013, principalmente a Filipinas, matando cerca de a 6.300 personas.

¿Qué podemos hacer?

Aunque Chile se comprometió a disminuir en un 30% sus emisiones de CO2 al 2030, no podemos quedarnos de brazos cruzados esperando a que esto ocurra. Como ciudadanos conscientes tenemos el deber de informar las consecuencias del cambio climático, y, al mismo tiempo, difundir buenas prácticas medioambientales que disminuyan –aunque sea a pequeña escala- nuestras propias emisiones de gases contaminantes.

Algunas alternativas son: ocupar más la bicicleta, preferir las caminatas, desenchufar y apagar lo que no se esté usando, aislar bien los hogares para así evitar calefacciones, ducharse corto, reciclar, reutilizar y, sobretodo, reducir: comprando solo lo necesario entorpecemos la máquina industrial que está haciendo pedazos al planeta y que valora al crecimiento desmedido como la única vía para alcanzar el progreso.

Deja una respuesta